Kéfir, ¿lo conoces?

kefir

¿Alguna vez has oído hablar del kéfir, estos pequeños nódulos blancos? Si no es así te lo presento: se trata de una colonia de hongos, lactobacilos, bacterias no patógenas y levaduras, cuyo origen se ubica, posiblemente, en Europa, específicamente la zona del Cáucaso.

El kéfir, al entrar en contacto con la leche, generalmente de vaca pero también puede ser de cabra, oveja o leches vegetales como las de soya, coco o arroz, la fermenta, generando la leche kefirada, una sustancia espesa de sabor muy parecido al yogur y con aún más propiedades beneficiosas para el organismo.

Hay que distinguir entre el kéfir de leche y el de agua y el de té, conocido como kombucha; la diferencia está en el medio en el que se reproducen, sin embargo, todos son igual de beneficiosos. El de leche, restituye la flora bacteriana y estimula las defensas naturales. Reduce el colesterol, la rehgulación de la presión arterial, reduce el riesgo de sufrir cáncer de colon, regula el peso y ayuda cuando se padece anemia.

 

Preparar leche kefirada es muy sencillo: se coloca una cucharada de kéfir en medio litro de leche. Se deja reposar tapado a temperatura ambiente de uno a dos días, se cuela, se guarda la leche kefirada, se lava el kéfir con agua potable y se repite el proceso. Puedes beber la leche endulzada con azúcar, acompañar frutas con ella o, incluso, hacer queso fresco o salsas.

 

Dale una oportunidad al kéfir, te aseguro que no te vas a arrepentir.

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