Mejora la calidad de la sangre: la fluidifica evitando la creación de trombos, aumenta el número de glóbulos blancos que luchan contra las infecciones y la limpia de toxinas por su poder diurético y alcalinizante.
La clave está en su riqueza en vitamina C (53 mg por cada 100) y pequeñas cantidades de algunas vitaminas B, E, potasio, magnesio, calcio, fósforo y minerales como cobre, zinc y hierro.
Resfuerza el sistema inmunitario (puedes tomar un zumo suavizado con miel si estás resfriado; si lo tomas sin diluir en agua, ingiérelo con una pajita para no dañar el esmalte dental), mejora las malas digestiones y es útil contra la diarrea.